sábado, 20 de diciembre de 2008

Crítica "Devórame otra vez" de Emilio Quintanilla

Libro; "Devórame otra vez"
Autor; Emilio Quintanilla Buey
Editorial Cultiva, 2008

ENTRE LA FÁBULA Y LA CIENCIA FICCIÓN
por José Luis Gracia Mosteo

Entre la fábula y la ciencia ficción, así contempla el lector este libro, sin saber si inclinarse hacia la perplejidad o la delicia. Porque la novela (tal vez nivola, como imprimió Unamuno) es original, muy original; un libro que fue finalista del Certamen de Ciencia Ficción Alberto Magno en el 2003 y que tiene de personajes dos protozoos. Sí, dos protozoos hemos dicho, pues el autor, audazmente, recrea una imagen de Internet en donde una ameba absorbe a un paramecio, e imagina una aventura, el viaje a ninguna parte, que es a lo desconocido y al amor, de un paramecio hijo de un cultivo de laboratorio arrojado a la basura.

Pero vayamos por partes. Entre la fábula, dijimos, pues la obra tiene de personajes dos animalitos mínimos a los que dota de pensamiento y sentimientos en una historia de amour fou donde la moraleja de la prosopopeya bien podría ser la del peligro de la descontrolada pasión que convierte en mantis a la amada; una fábula pues Emilio Quintanilla, como un Iriarte del siglo XX con ambiciones de renovador (consciente o inconsciente) de un género que hunde sus raíces en Fedro, Esopo, La Fontaine, Iriarte o Samaniego, logra conducir al asombrado lector por los senderos de la sátira y el escepticismo como otrora hicieran aquellos autores del VXIII, a la vez que le informa irónicamente de lo peligroso que resulta salirse de las casillas.

Sin embargo, Devórame otra vez (quizás el titulo sea lo único desafortunado, pues confunde al lector con el de una conocida canción sin duda prescindible) no es exactamente una fábula, aunque en algunos momentos abunde en cierto didactismo característico de aquellas en pro de la verosimilitud; y decimos que no lo es pues carece de la frialdad que tanto criticaron los estudiosos de dichas composiciones, y vibra según avanza (sobre todo al llegar al capítulo V en el que el protagonista humano Peter Addison se incorpora plenamente como personaje), lleno de aliento y vivacidad. Le lastra un poco el previsible final, ya que desde el título queda claro lo que va a ocurrir, pero el autor conduce con tal maestría la trama que resulta imposible abandonarla.

Por otra parte, Devórame otra vez es también ciencia ficción hard (pienso en Stanislaw Lem, Arthur C. Clarke y, a ratos, Isaac Asimov), ya que la imaginación de su autor nos sumerge en un universo paralelo haciendo hincapié en las descripciones de ciencia avanzada y en la credibilidad de los detalles científicos, además de contar los hechos ordenadamente; un universo de micromundos (pienso ahora en Voltaire y su Micromegas) con sus posibles e imposibles vidas a las que otorga características exactamente humanas, algo que le acerca más a la fábula, así los divertidos diálogos, algo sainetescos en sus expresiones; los comportamientos de la ameba y el paramecio, que podría tener cualquier personaje de una sátira; o los ambientes cual el estanque, el laboratorio y el estercolero, fácilmente identificables.

Devórame otra vez concluye con una Nota Final que explíca que lo que hemos visto lo podemos volver a ver pero en imágenes, e incluso nos da la clave para buscarlo en Internet mientras repite de forma burlona la cita de Valera con la que se abría: “La novela es imitación de la Naturaleza, pero importa saber que Naturaleza es todo lo que vemos y todo lo que soñamos; lo que sabemos y lo que imaginamos o creemos…”

Dice Cioranescu que las fábulas no son sino: “La expresión polémica de las desavenencias del autor con el mundo de los literatos contemporáneos”, es decir, el afán de desmarcarse de las corrientes imperantes, algo que Emilio Quintanilla consigue con esta distraída, bien escrita y deleitable nouvelle que puede leerse en poco más de una hora (son 113 páginas) y que tan gratificante resulta para ese lector que busca esparcimiento y diversión.

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